- Si realmente es precioso... Susurró casi para ella misma, mientras dejaba la maleta en el suelo.
Ella tampoco se cansaba de mirar aquel lugar desde que había llegado, le gustaba mucho la arquitectura y el arte; y por menos que no quisiera admitirlo, aquel lugar era una exquisitez. Llevó la mano a la boca de su estómago y sonrió de lado a la chica.
- Claro que podemos... Siempre que quieras ... Dijo. Mientras señaló el pasillo y le dio unas pequeñas explicaciones, de por donde ir a las habitaciones, comedor, cafetería y las salas principales. Después de ello cruzó los brazos sobre su pecho algo más seria.
- ¿Parece que es hora de despedirnos por hoy, no? Tu querrás acomodarte con tranquilidad en tu habitación y yo... Llevó el brazo detrás de su nuca sin saber realmente que iba a hacer. La vida era monótona allí ... quizá tomé algo en la cafetería, me entró hambre... Sonrió cómplice.